Ser una sombra implica tener un paso tan sutil y ligero que uno puede moverse sin ser detectado, observando sin ser visto. Una loba, por ejemplo, se convierte en sombra de cualquier cosa o persona que atraviese su territorio, utilizando su capacidad para recoger información de manera discreta.
Las lobas, y por extensión la Mujer Salvaje, tienen la habilidad de moverse con gran sigilo. Esta presencia, que lleva años observando como una sombra, se manifiesta en sueños y cuentos, especialmente en los eventos de nuestras vidas personales. La Mujer Salvaje busca ver quiénes somos y si estamos preparadas para encontrarnos con ella.
La búsqueda de esta esencia salvaje puede comenzar en la infancia o en la edad adulta, impulsada por una intuición que percibe la cercanía de una presencia protectora y poderosa. Las mujeres de todas las partes del mundo—madres, hijas, amigas, y todas las tribus de mujeres conocidas y desconocidas—sueñan con recuperar lo que se ha perdido: la imaginación y la intuición.
Este capítulo subraya la conexión profunda y ancestral que todas las mujeres comparten con una dimensión salvaje y protectora, que a menudo se manifiesta en los momentos en que más necesitamos redescubrir y afirmar nuestra verdadera naturaleza.
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